Género

Los principios que toda Mujer debe tener en cuenta sobre el PODER FEMENINO

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Todos tienen dentro un poder, un poder que nace en el momento en el que se llega a la vida y que se va alimentando de los sueños y los deseos que cada quien va adquiriendo a través de su vida. No obstante, esta luz  en algún punto comienza a desvanecerse, a ocultarse dentro de cada quien, y a veces, se esconde en un lugar que muchas veces es difícil de ver.


Discutir sobre el poder femenino y masculino como partes individuales es cometer un error, pues en cada ser humano, sin importar su raza, género, sexo o pensamiento, lleva dentro un poder femenino y uno masculino. Ambas son partes opuestas que equilibran la balanza. Sin embargo, todos saben cómo es el poder masculino pero ¿qué pasa con el poder femenino?


La discusión dentro del poder femenino no está en su existencia, está en la marginalidad que se le ha dado por años. Desde hace siglos la mujer ha sido silenciada por la sociedad y ha sido durante mucho tiempo una actriz con papeles secundarios, controlado por hombres que por mano propia han definido su rol en la sociedad.


Ahora bien, es cierto que durante mucho tiempo las mujeres se mantuvieron en el status quo que los hombres impusieron hace siglos. Pero esto no duró mucho. Pues excluir, alejar y callar a las mujeres de las dinámicas sociales va en contra de su naturaleza, como dice Clarissa Pinkola Estés, en su libro, Mujeres que corren con lobos, “Prohibir a una mujer la utilización de la llave del conocimiento consciente de sí misma equivale a despojarla de su naturaleza intuitiva, de la innata curiosidad que la llevaría a descubrir lo que “hay debajo” y más allá de lo evidente”.


Revisando a la literatura de Clarissa Pinkola,  donde hace un desglose semiótico dentro de muchos cuentos antiguos como barba azul, se puede ver como reivindica el poder de la mujer, de la mujer salvaje y cuando habla de salvaje no habla precisamente de lo que conocemos como salvajismo. La mujer salvaje es la mujer que se reconoce, que reconoce su fortaleza, su vulnerabilidad y su capacidad estratégica como parte de su naturaleza y la utiliza como herramientas poderosas. La mujer salvaje es una mujer natural, transparente y resiliente. 


Y es aquí, donde todo comienza a tomar forma, porque la palabra “poder” es una palabra que llama a la acción y es por eso que el poder femenino y el masculino se manifiestan en acciones características totalmente diferentes. Está claro que cada uno de estos poderes tiene características distintas pero, como el Yin y el Yang son características que se complementan generando un equilibrio. 


Hablando especialmente del poder femenino, es importante identificar a las mujeres que nos anteceden a lo que Pinkola llamaría las abuelas, porque de ellas nace el conocimiento ancestral y la intuición; porque ellas son la riqueza y la memoria histórica, y por tanto mirar atrás es reconocer una historia y abrirse al conocimiento que el pasado ha aportado al poder interior femenino. 


Si se mira atrás, si se lee la historia y los cuentos que como los que Pinkola leyó e interpretó, se puede llegar a identificar características propias de la feminidad. No obstante ver la fuerza y el alcance que pueden llegar a tener las personas que se reconocen como mujeres traspasa la línea de lo individual, porque a través de la historia las mujeres se han adjudicado un nuevo adjetivo. La sororidad.


Lo cierto es que, hoy en día la mejor forma de hablar del poder femenino y de demostrarlo en la realidad, es hablando de las diferentes luchas feministas que se han logrado y las que aún siguen peleando por una sociedad más igual y equitativa.


Pero cómo toda revolución, el género femenino tiene marcada en su historia la muerte, la injusticia y la violencia. Las mujeres que se identifican como tal han sido invisibilizadas, silenciadas, violentadas e ignoradas ante el sistema, pero esta gran herida ha sido la que ha alimentado la fuerza interior femenina, la que la ha llenado de resiliencia, fortaleza, emancipación, comprensión, compasión y sororidad a las mujeres. Gracias a esta herida, las mujeres pueden votar, pueden decidir sobre su sexualidad, pueden trabajar y aunque muchas de estas luchas aún siguen existiendo, la fortaleza que han dejado las antecesoras y el sufrimiento sigue llevando a las mujeres hacia una sociedad más equitativa.


Escrito por:
Karol Franco

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